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24 de mayo del 2022 | Salmo 140
No hay nada peor que ser acusado falsamente de un crimen o una indiscreción. No solo es difícil probar tu inocencia, sino que tu nombre se mancha. Para muchas personas en esta posición, su reputación se daña de forma permanente.
Este es el tipo de situación que enfrentó David. Fue confrontado por personas que usaron su astucia, inteligencia y conexiones sociales para tratar de derribarlo (vv. 1–2). Sus ataques contra él llegaron en forma de mentiras, “¡veneno de víbora hay en sus labios!” (v. 3). Como diestros cazadores, pusieron trampas y lazos para atraparlo (v. 5).
La gente no ha cambiado mucho desde los días de David. Todavía se atacan unos a otros con palabras maliciosas. En esta era de las redes sociales, los ataques verbales se han vuelto comunes y dañinos. ¿Cómo se ve la fidelidad a Dios cuando somos atacados?
David se dirigió a Dios en oración. Describió vívidamente su situación a Dios sabiendo que Dios se preocupaba por él y por la verdad. Confesó que Dios era su refugio más seguro, “que me protege en el día de la batalla” (v. 7). Oró para que los planes de sus enemigos fracasaran (v. 8). Más que eso, oró para que sus malas acciones repercutieran en ellos (v. 9).
Es importante notar que David está expresando su enojo a Dios, pero dejando los resultados en las manos de Dios. Su último deseo no era la crueldad desenfrenada hacia sus enemigos, sino que se hiciera justicia (v. 12).
Podemos estar seguros hoy de que todo mal que se haya cometido será ya sea justamente perdonado gracias al sacrificio de Cristo, si el culpable se vuelve a Dios con arrepentimiento y fe, o será castigado justamente. Nada escapa a la atención de Dios.
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POR RYAN COOK |
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Ryan Cook es profesor asociado de Antiguo Testamento y Hebreo en Moody Theological Seminary. Ha trabajado en el campo de la educación cristiana y fue pastor en Michigan durante siete años. Ryan, su esposa Ashley y sus tres hijos residen en el noroeste de Indiana.
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