This site uses cookies to provide you with more responsive and personalized service and to collect certain information about your use of the site. You can change your cookie settings through your browser. If you continue without changing your settings, you agree to our use of cookies. See our Privacy Policy for more information.
23 de mayo del 2022 | Salmo 139
El verano pasado, mi familia y yo tuvimos la oportunidad de visitar la famosa isla y prisión de Alcatraz. El castigo más severo que un recluso podía experimentar allí era ser colocado en confinamiento solitario. No existe nada peor que sentirse completamente solo y abandonado.
En la lectura de hoy, David fue amenazado por enemigos que lo rodeaban (vv. 19–24). En esa situación sería fácil creer que Dios lo había abandonado. Para contrarrestar esta idea, David se recuerda a sí mismo importantes verdades acerca de Dios. Primero, somos plenamente conocidos por Dios. Dios sabe lo que estamos haciendo y pensando. Él declara, “No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda” (v. 4).
Segundo, Dios está presente en todas partes. Nunca estamos solos. Aunque viajemos hasta el último rincón de la tierra o hasta lo más profundo del mar, “aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!” (v. 10). Incluso en medio de enemigos amenazantes, Dios está ahí con nosotros.
Tercero, Dios se preocupa por nosotros. Antes de que naciera David, Dios es quien lo formo en el vientre de su madre (v. 13). La vida de David (¡y la nuestra!) está bajo el cuidado soberano de Dios (v. 16).
Las tres ideas eran contraculturales en el mundo de David. La mayoría de la gente creía que los dioses estaban confinados a lugares particulares. Los dioses tampoco sabían todo ni se preocupaban profundamente por sus adoradores. Algunas personas incluso pensaron que los dioses requerían el sacrificio de niños. David sabía que Dios es diferente. Valora la vida humana incluso en el útero (vv. 13–14).
|
|
|
|
POR RYAN COOK |
|
Ryan Cook es profesor asociado de Antiguo Testamento y Hebreo en Moody Theological Seminary. Ha trabajado en el campo de la educación cristiana y fue pastor en Michigan durante siete años. Ryan, su esposa Ashley y sus tres hijos residen en el noroeste de Indiana.
|