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18 de mayo del 2022 | Salmos 133–134
Uno de los libros más poderosos sobre la comunidad cristiana es Vida en comunidad de Dietrich Bonhoeffer. Escrito durante el régimen nazi, Bonhoeffer dijo: “La persona que ama su sueño de comunidad destruirá la comunidad, pero la persona que ama a quienes la rodean creará comunidad”.
Muchas veces nuestro sueño de lo que es la comunidad cristiana puede impedirnos experimentarla. La realidad de la vida juntos no está a la altura de nuestros sueños. Bonhoeffer aleja nuestro enfoque de la fraternidad cristiana imaginaria, instándonos a amar a las personas de carne y hueso que nos rodean.
El Salmo 133 celebra la unidad dentro de la comunidad de adoración, “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (v.1). Cualquiera que haya crecido con hermanos o hermanas sabe que los hermanos no siempre viven en unidad. Desde Caín y Abel hasta la última reunión de la iglesia, la evidencia de hermanos y hermanas peleando nos rodea por todas partes. A pesar de esta realidad, este salmo nos recuerda cuán poderoso es cuando (con la ayuda de Dios) vivimos en unidad.
El salmo usa dos metáforas para celebrar nuestra unidad espiritual. Primero, la unidad se compara con el aceite corriendo por la cabeza de una persona. Las imágenes aquí provienen de Éxodo 29, donde se dieron instrucciones sobre cómo consagrar sacerdotes. El aceite de la unción representaba un tiempo de celebración en la presencia de Dios. Cuando estamos unidos en Dios, somos apartados para celebrarlo y adorarlo como uno solo.
Segundo, la unidad es como el rocío en el Monte Hermón. Esta área es bien conocida por su fuerte rocío que da como resultado una vegetación exuberante y vibrante. Esta imagen dadora de vida se traslada a la región más árida de Sión. El rocío nos muestra cómo la comunidad cristiana trae vida y bendición.
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POR RYAN COOK |
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Ryan Cook es profesor asociado de Antiguo Testamento y Hebreo en Moody Theological Seminary. Ha trabajado en el campo de la educación cristiana y fue pastor en Michigan durante siete años. Ryan, su esposa Ashley y sus tres hijos residen en el noroeste de Indiana.
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