Lecciones aprendidas

Baruc era un fiel amigo de Jeremías, así como su escriba. Era el secretario que escribía sus profecías, a menudo poniendo en riesgo su propia vida. Incluso recibió su propia profecía individual del Señor, en la que Dios le prometía que su vida sería preservada (Jeremías 45).

Baruc probablemente fue la persona que escribió el capítulo 52 de Jeremías, ya que el final del capítulo 51 dice explícitamente: “Aquí concluyen las palabras de Jeremías” (51:64). Este apéndice vuelve a relatar la caída de Jerusalén porque fue un acontecimiento muy importante en la historia de la nación, así como en el ministerio profético de Jeremías (ver 22 de abril). Partes de este relato son casi idénticas a las que se encuentran en 2 Reyes 24–25.

La razón espiritual de la caída de Jerusalén se encuentra cerca del comienzo de la lectura de hoy: “El SEÑOR, en su ira [a causa de su pecado], echó a Jerusalén y a Judá de su presencia” (v.3).

¿Por qué termina este libro con una nota tan trágica? Primero, por su significado histórico y profético. Segundo, todo lo que Jeremías había predicho sobre la caída de Jerusalén se cumplió. Entonces, todo lo que el profeta dijo sobre la restauración y el regreso también se haría realidad. ¡Esto fue tanto una reivindicación como un estímulo!

Esta narración nos ayuda a reflexionar sobre algunos puntos clave de nuestro estudio. Primero, Dios es soberano sobre todas las naciones. Segundo, Dios odia el pecado y lo castigará. La idolatría y la injusticia son pecados particularmente reprobables. Presumir de Dios es orgullo. Tercero, el pueblo de Dios no siempre responde correctamente a la Palabra de Dios. La verdad y la experiencia no necesariamente cambiarán la opinión de las personas. Hemos aprendido que servir a Dios puede ser difícil. Y finalmente, Dios quiere que lo valoremos por encima de todo.

• [Lectura ampliada: Jeremías 52] Tal vez siguiendo el ejemplo del párrafo anterior, tómate un tiempo adicional hoy para escribir en tu diario sobre lo que aprendiste este mes del libro de Jeremías.