La mente de Cristo

A veces, cuando estoy sentado en silencio, mi esposa sonríe y me dice lo que estoy pensando. Casi siempre tiene la razón. Realmente conocemos a alguien cuando entendemos su forma de pensar. En el pasaje de hoy, Pablo abre una ventana a la mente de Cristo y revela cómo pensaba Él de sí mismo. Estos versículos comienzan uno de los pasajes más importantes de las Escrituras para comprender la naturaleza de Cristo. Lo veremos en detalle durante los próximos tres días.

El punto de partida de Pablo es un poco sorprendente, dada la aplicación del v. 5, que dice que debemos tener la misma mentalidad que Cristo. No somos iguales a Dios, entonces, ¿cómo podemos ser de la misma opinión? Pero su punto es simple. Aunque Jesús no dejó de ser divino cuando asumió la naturaleza humana, dejó de lado las ventajas que conlleva el estatus divino. El texto griego dice que Él no veía la igualdad con Dios como algo a lo que aferrarse o explotar. En otras palabras, Jesús no se aferró a Sus derechos y prerrogativas, aunque era tanto divino como humano.

Quienes comparten esta forma de pensar no captan el poder ni el prestigio. No exigen que los demás reconozcan su posición, sino que están más interesados ​​en servir. Uno no puede evitar ver una diferencia impactante entre la mentalidad de Cristo y la mentalidad de los líderes que explotan las iglesias a las que se supone que sirven. Sienten que la iglesia les debe privilegios especiales y beneficios adicionales. Se enriquecen a expensas de la iglesia. Son arrogantes y egoístas, tratan los recursos de la iglesia como si fueran su propiedad personal y sus miembros sus propios sirvientes.

• Los líderes no son los únicos que necesitan tener la mentalidad de Cristo. ¿Hay algo sobre lo que necesites rendir tu control hoy? ¿Exiges que la gente se fije en ti y que te otorguen tus derechos? ¿Estás aferrándote demasiado?