El arte de contentamiento

Cuando mi hijo era pequeño, le gustaba ver dibujos animados los sábados por la mañana. Los comerciales estaban dirigidos principalmente a los niños y, por lo general, promocionaban un juguete nuevo. Después de cada uno, decía: “Voy a conseguir eso”.

Proverbios 27:20 dice que los ojos humanos “jamás se dan por satisfechos”. No importa lo que tengamos, siempre parece que queremos un poco más. Los especialistas en mercadeo dependen de esto y tratan de despertar nuestro descontento prometiendo más de lo que sus productos pueden ofrecer. Por otro lado, Pablo había “aprendido a estar satisfecho en cualquier situación” (v. 11). La palabra griega que se traduce como “satisfecho” significa ser autosuficiente, pero Pablo no está diciendo que el secreto del contentamiento sea depender de sí mismo. La palabra transmite la idea de ser independiente.

Pablo no se basó en sus circunstancias para ser feliz. Gracias a esto, podía estar tan contento cuando tenía poco como cuando tenía mucho. ¿Cuál fue su secreto? Había aprendido a depender de Dios (v. 13). La clave del contentamiento no es el pensamiento positivo o la mente sobre la materia, sino el poder de Dios. Sabía que Dios le daría la fuerza necesaria para enfrentar sus circunstancias, cualquiera que fuera la situación.

Esto no solo le permitió a Pablo soportar dificultades como el hambre y los recursos limitados, sino que también lo mantuvo alejado de la amargura cuando otros que podrían haberlo ayudado no lo hicieron (v. 10). La mentalidad que describe Pablo no es estoicismo, ni es una aceptación fatalista de sus circunstancias. La palabra correcta para el tipo de pensamiento que describe Pablo es fe. Es la misma convicción expresada en Hebreos 13:6: “Así que podemos decir con toda confianza: ‘El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?’”.

• ¿Te enfrentas hoy a circunstancias difíciles? El Señor ha prometido ser tu ayudador. No tienes que ser rival para las dificultades que encuentres. Dios vendrá en tu ayuda.