This site uses cookies to provide you with more responsive and personalized service and to collect certain information about your use of the site. You can change your cookie settings through your browser. If you continue without changing your settings, you agree to our use of cookies. See our Privacy Policy for more information.
21 de diciembre del 2021 | Juan 15:1–17
Uno de los desafíos al mudarse de una ciudad a otra es no tener amigos ni familiares cercanos. Llamar a un nuevo lugar nuestro hogar significa más que simplemente mover cajas y muebles, significa establecer nuevas relaciones.
Hemos estado reflexionando sobre el don de la relación que hemos recibido en Cristo. Gracias a Cristo, hemos sido adoptados en una nueva familia. En la lectura de hoy, Jesucristo usa otra palabra para describir Su relación con Sus discípulos: amigos.
Juan registra la última noche de Jesucristo con Sus discípulos antes de la crucifixión.
Él prepara a los discípulos para Su muerte, resurrección y ascensión que pronto vendrán. Sabe que Su relación con ellos cambiará. Usando la analogía de una vid, Jesucristo los compara con las ramas que están conectadas a una vid. Él es la vid y ellos son los pámpanos (Juan 15:5).
Su trabajo es dar fruto (v. 2). ¡Pero esto solo se puede lograr si permanecen conectados a la vid (v. 5)!
Los discípulos permanecen conectados a través de su obediencia (v. 10). Pero también habla de su motivación para la obediencia. No son sirvientes, pero amigos (v. 14). Esto puede contradecir nuestra idea de amistad. ¿No suele ser entre dos partes iguales? Si Jesucristo tiene el derecho de exigir obediencia, ¿cómo es un amigo? ¡De dos formas importantes! Primero, Jesucristo nos llama amigos porque nos reveló cosas importantes. Él explica: “Los he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, les he dado a conocer” (v. 15). No estamos llamados a la obediencia ciega, sino a comprender la misión de Dios. En segundo lugar, Jesucristo dio Su vida por nosotros (v. 13). Este es el mejor regalo que un amigo puede ofrecer a otro.
|
|
|
|
POR RYAN COOK |
|
Ryan Cook es profesor asociado de Antiguo Testamento y Hebreo en Moody Theological Seminary. Ha trabajado en el campo de la educación cristiana y fue pastor en Michigan durante siete años. Ryan, su esposa Ashley y sus tres hijos residen en el noroeste de Indiana.
|