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25 de Junio del 2022 | Juan 8:1–11
¿Has notado cómo las redes sociales han abierto las puertas para juzgar a los demás? Parece que constantemente estamos juzgando o siendo juzgados. ¿Cuántos “me gusta” obtuve? ¿Qué piensan los demás de mí? Esto no es nada nuevo. En el tiempo de Jesús, la gente juzgaba y era juzgada, pero no a través de una pantalla. Su método era llevar al acusado ante los maestros de la ley.
Un día, al amanecer, la gente se reunió alrededor de Jesús en los atrios del templo para escuchar Su enseñanza. De repente Jesús fue interrumpido. Los maestros de la ley y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y la pusieron frente a Jesús. Querían matarla a pedradas, pero también tenían un motivo oculto (v. 5). Querían atrapar a Jesús con sus preguntas.
Los romanos no permitían que los judíos ejecutaran sentencias de muerte, así que, si Jesús aprobaba su apedreamiento, entraría en conflicto con los romanos. Si Él decía que no la apedrearan, podría haber sido acusado de no apoyar la ley.
Cuando Jesús se agachó a escribir en la arena, no dejaban de interrogarlo. Después de Su respuesta en el versículo siete, Se inclinó de nuevo y escribió algo más. Después de una larga pausa, todos se alejaron dejando solo a Jesús y la mujer. Él le dijo que como ellos no la condenaban, Él tampoco (v. 11). Le dio una segunda oportunidad diciéndole: “ahora vete, y no vuelvas a pecar” (v. 11). Jesús no juzgó ni excusó a la mujer, le ofreció algo mejor: el perdón. Y nos ofrece lo mismo hoy.
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POR EL DR. CHRIS RAPPAZINI |
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El Dr. Chris Rappazini es profesor asociado y director de los programas de licenciatura y postgrado en Estudios Pastorales del Instituto Bíblico Moody y del Seminario Teológico Moody. Es el vicepresidente de la Sociedad Evangélica de Homilética. Con anterioridad, fue ministro asociado para la predicación y enseñanza de Southside Christian Church en Spokane, Washington. Chris, su esposa Ashley y sus tres hijos residen en el noroeste de Indiana. |